La austeridad expresiva de Núria Guinovart
La obra pictórica de Núria Guinovart es, desde sus orígenes, una exploración del espacio, un espacio entendido en el sentido más filosófico del término, como la oposición entre el pleno y el vacío. Y esta investigación es el que había expresado en su obra anterior con imágenes contundentes, muy vertebradas, enriquecidas por el tratamiento de la materia, por las trazas, relevos y texturas que delimitan el territorio de sus cuadros.
Su mundo plástico, pero, logra en los trabajos más recientes una nueva dimensión, mucho más penetrante e intensa, porque a pesar de que sigue utilizando materias tan sórdidas como el cemento, el alquitrán y la pólvora, las implementa con el color, que administra de manera muy controlada en cuanto a los tonos. Esto le permite mostrar unos espacios que no son genéricos, sino que son vividos (físicamente o mental), como se pone de manifiesto en el mismo título de esta serie y en el de cada uno de las obras que la integran: “Lugar cercano”, “Cielo rogent”, “Paisaje de madrugada”, “Corredor secreto”, “Yo me quedaré aquí”, “Paisaje soñado”…
La experiencia pictórica de Núria Guinovart siempre la ha traído a buscar el sentido del lugar en relación al tiempo, del espacio en un momento y en unas circunstancias determinadas, y a articular un discurso poético íntimo, profundo, cargado de sentimientos, que consigue que la materia hable, y aunque sigue empleando una gramática de mínimos (grandes fajas horizontales y/o verticales y líneas y trazos austeros y enérgicos), su cosmos casi minimalista, se ve vigoritzat ahora por las masas de color que, junto con el rastro y la huella, construyen sus obras y permiten divisar nuevos horizontes a su pintura.
Daniel Giralt-Miracle
2013