ARNAU PUIG – 2009

PLASMADO EN MUROS LIGEROS
 
En los años cincuenta Jackson Pollock y sesenta años después Núria Guinovart se encuentran de acuerdo en que expresarse quizá también es una acción plástica. No hace falta ser reproductor emocionado de lo que vemos si nuestro cuerpo él mismo ya no se tiene que esconder de nada y puede ser el motor dinámico de la representación de unos sentimientos que ya no es necesario conservar ni guardar secretos para evitar incomodidades. Este nuevo tipo de representación también es arte. Lo es porque es expresión subjetiva no de lo que creemos o sabemos sino de lo que sentimos, nos conmueve y emociona de la realidad, del mundo en el que vivimos. La brutalidad de los hechos sociales ya no nos son demasiado decisivos, aunque nos hayan generado nuestro desazón, porque no son capaces de proporcionarnos lo que necesitamos: un saciedad sentido, sensual y mental al mismo tiempo. Pero sí necesitamos sus productos, lo que es y de qué está hecho el cada;  porque, como sucede con la realidad del mismo mundo, es gracias a lo que hay y nos rodea que nos atrevemos a buscar nuestra medida y correspondencia con el entorno. Cada uno lo hace con los medios que encuentra más afines a su identidad.
Nuria se ha encontrado que es el cemento industrial – aquel mismo que sirve para cohesionar los elementos separados – el que es más apto para plasmar lo que le hierve -a saber por qué- por el pecho, las entrañas, el cabeza y la boca. El cemento portland, u otras variantes de la modernidad, que se usa para endurecer y separar la heterogeneidad de las cosas, a su sensibilidad artística le sirve para sentirse completamente ligada e identificada con lo que araña, hiende, chilla como el débil yeso lo hace en la pared, pero que, por ser plasmado por una mano viva permanece delator e imborrable.
 
Las placas de cemento – del grosor casi de una hoja de papel y con el apoyo del imponderable porespan – con su ácromo color ofrecen al artista el mural necesario para hacer constar intenciones, inquietudes, vacilaciones, firmeza, convicciones y sobre todo, sensibilidad. El craquelado que un cierto tratamiento deseado presenta la cimentación soporte es ya, si el artista lo hace suyo, lo quiere y lo busca, expresión de sentimientos, intenciones y memoria. Sólo se necesitan incisiones, endidos, también instintivamente e intencionadamente dirigidos, para que la obra inicie su discurso silencioso y conmueva.
 
Es el rol propio del arte.
 
ARNAU PUIG
Filósofo y crítico de arte
 
Mayo 2009


 

 

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